Esa sirena me hipnotizó con su cantar, era lo más bello que jamás escuché.
Me sentía totalmente atontado, debía poner rumbo a esa voz.
La encontré al fin y pude apreciar su rostro, que era aún más bello que su cantar.
Tenía una cara dulce, unos ojos grandes y llamativos repletos de luz, una melena larga rubia con reflejos anaranjados, unas caderas asombrosas y una piel clarita.
Me enamoré a primera vista.
Acabé en el fondo del mar, con mi barco atravesado por una roca, el corazón roto y sin ella.
miércoles, 30 de diciembre de 2015
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