He llegado enloquecida por tus uñas y dientes clavados en mi piel.
Estoy totalmente drogada por tu boca, por tanto estallarte los labios.
Le he dedicado suspiros a la punta de tus dedos, y aún me queda aliento para una vez más.
No me sacio de ti, ni de que mis caderas se muevan al compás de tu lengua.
Me resulta imposible separar mis manos de tu pelo y mis dientes de tu cuello.
Y ahora cuento el tiempo que nos queda para volver a fundirnos, para ir al paraíso a gastos pagados.
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