La sociedad tal vez, aunque si llegamos a un término más cercano diría que la familia.
Nuestros padres principalmente son los que nos hacen distinguir el bien y el mal, desde su punto de vista. Pero con el paso del tiempo, cuando empiezas a despegarte del vínculo familiar y conoces nuevas mentes, puede distorsionarse tu visión de lo verdadero y real para ti.
Si somos influenciados por la sociedad, podemos convertirnos en personas que realmente no queremos.
Las mentes jóvenes son las más vulnerables, por lo tanto, pueden ser moldeados al antojo del que controla las masas.
Tengo que añadir que cada generación tiene unos movimientos sociales distintos, se debe a todo lo dicho anteriormente y al avance tecnológico, ya que hoy en día, la televisión e internet está al alcance de todos.
Esto es una parte de lo que nos hace ser quienes somos, también la experiencia es un factor importante.
La vida nos pone en situaciones complicadas, incómodas, inesperadas, donde tenemos que diferenciar lo moral de lo ético. Situaciones que pueden romper nuestros esquemas.
Otro factor son las relaciones o contactos con otras personas, normalmente influyen en nuestro desarrollo desde niños, caracterizándonos.
También pueden influir las religiones, distorsionando la mente de muchas personas haciéndolas llegar hasta el fanatismo de una manera insana e incluso anteponiéndola a su propia familia o su propia vida, de una forma más destructiva que constructiva.
Y cómo olvidar el gran ejemplo de los buenos maestros que graban en el recuerdo sus típicas frases, y aquellos años en la escuela, aquellos que despertaban todo tipo de curiosidades y las consecuencias que conllevaban investigar sobre ellas.
Por último aportaría los cánones de belleza. Cuerpos irreales que tienen el concepto de atractivos.
¿Qué nos hace ser lo que somos? Lo que nos mueve.
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